La mayoría de los países europeos disponen de un salario mínimo fijado por ley que oscila entre los 1.874 euros brutos mensuales de Luxemburgo y los 155 de Bulgaria, pasando por los 645 estipulados en España.
Se trata de la cuantía retributiva mínima que percibe el trabajador por una jornada legal de trabajo, una figura similar a la que el presidente Barack Obama pretende situar en los 9 dólares a la hora en 2015.
En los países europeos casi siempre se computa en términos mensuales, y en ocasiones se establece en función de la edad.
Los países que no tienen estipulado un salario mínimo legal son Suiza e Italia, aunque en este último caso su implantación ha planeado sobre la actual campaña electoral. Hay otros países en los que el salario mínimo no está fijado por ley, pero se aprueba en las negociaciones colectivas entre sindicatos y patronal.
Es el ejemplo de Bélgica, donde asciende de modo general a 1.501 euros mensuales brutos para los trabajadores mayores de 21 años, 1.411 para los menores de 20 y 1.051 para los trabajadores de 16 años.
En el caso de Alemania y los países escandinavos estos salarios mínimos se deciden en función de cada profesión en los distintos convenios colectivos entre patronal y sindicatos, sin intervención del Estado. También ocurre así en Austria, donde por ejemplo el salario mínimo de los empleados domésticos es de 1.100 euros brutos mensuales.
Pero son mayoría los países europeos donde está estipulado el salario mínimo por ley, normalmente revisado anualmente.
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