«Me encantaba mi trabajo y quisiera recuperarlo. No voy contra Defensa, ni quiero empañar el currículo del capitán que me arrestó y expedientó, pero no puede estar al mando de una compañía», afirma Silvia Ruiz, soldado especialista en Administración del Ejército, que vive en Badajoz y ha sido despedida «por absentismo laboral, pérdida de confianza del mando y estado de salud», según el escrito que recibió en su casa la semana pasada, cuando en realidad ha estado en tratamiento tras sufrir un cáncer de mama.
Silvia Ruiz, de 33 años, entró en las Fuerzas Armadas en el 2007 y fue despedida el 2 de julio pasado, cuando se cumplían seis años de contrato temporal y tenían que hacerle uno de la larga duración que la mantendría en el Ejército hasta los 45 años. Recurrió dentro del estando militar, pero la semana pasada le llegó la comunicación de su despido definitivo.
«No sé si el despido responde a que tenían que hacer el cambio de contrato, pero les ha venido muy bien; los recortes los pagamos nosotros y si pueden, se nos quitan de encima», manifestó a este diario. Esto ocurrió 15 meses después de que le diagnosticaran un cáncer de mama durante unas maniobras en las que se sintió mal. Dos semanas más tarde le extirparon un tumor con metástasis en el brazo izquierdo.
Su madre inició una campaña de solidaridad en ‘Change.org‘ en la que ya ha recogido más de 100.000 firmas de apoyo para que Silvia sea readmitida en su empleo militar, y de rechazo al trato que le ha dispensado el Ejército, pues durante el tiempo que estuvo en tratamiento de quimioterapia y radioterapia, su capitán, de Infantería, la arrestó en tres ocasiones. La última, cuando sintió el pinchazo en el pecho que derivó el diagnóstico de cáncer, acusándola de «fingir una lesión para no realizar los ejercicios».
La soldado compaginó entonces la operación y el tratamiento de quimioterapia con un arresto de 14 días. «Lo más duro ha sido que me arrestaran por mentir mientras me extirpaban un pecho», afirmó. Silvia cuenta que «desde el primer momento en que llegué destinada a Madrid, procedente de Valencia, cuando me presenté, el capitán me dijo que qué cojones pintaba una especialista en administración en su compañía, que haría las guardias mientras los demás hacían instrucción. Lo cierto es que las dos o tres mujeres que estaban con él, se las quitó de encima».
Puedes apoyar a Silvia Ruiz en change.org: http://goo.gl/YEFeL4
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